Hacer una síntesis de la historia de las Islas Canarias no es tarea fácil por su punto geográfico y las diversas oleadas migratorias. Restos arqueológicos hallados hacen suponer que las islas fueron visitadas por fenicios, griegos y romanos. El primer documento escrito con una referencia directa data del año 40 a.C y ya se refiere a las Islas Canarias como “islas afortunadas”.
Antes de la conquista europea, las Islas Canarias fueron habitadas por los Guanches, aborígenes probablemente de origen bereber que se desplazaron del norte de África hasta las islas.
En el siglo XV, por el afán de nuevas rutas de expansión y vías con las Indias, se inicia la conquista de las Islas Canarias. El archipiélago canario será escala para el avituallamiento de sedas, esclavos y materiales preciosos. En la primera fase de la conquista se conseguirán las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro dejando para la segunda fase de la conquista de las Islas Canarias, Gran Canaria, La Plama y Tenerife, siendo ésta la última isla en ser conquistada. En 1496 el archipiélago canario se incorporará al Reino de Castilla.
A partir del siglo XVI en las Islas Canarias se mezclarán aborígenes canarios, españoles conquistadores o agricultores (castellanos, andaluces, levantinos, gallegos, etc), europeos atraidos por el comercio (italianos, franceses, flamencos, ingleses, lusitanos) y población morisca y negros africanos capturados para ser esclavos en plantaciones de caña de azúcar o para servicio doméstico. Todo esto contribuirá a que la población canaria sea abierta y cosmopolita.
A partir de este momento las Islas Canarias aprovecharán su situación geográfica como punto de escala obligada en la navegación de barcos europeos hacia colonias africanas y asiáticas y hacia los mercado latinoamericanos. El comercio y la economía marcará la evolución de la población insular y habrá una gran migración con el Nuevo Mundo que se reflejará en la cultura y la forma de vida de los canarios.